Algunos cuentos terminan demasiado pronto, dejan las cosas
en el momento de tensión feliz, en boda y ganando el grupo de los buenos, pero…
¿Qué le paso a Blanca Nieves, a Cenicienta, a la Ratita Presumida,
después de la boda?
Pues, lo que pasa en la rutina y la vida diaria, el príncipe
terminó su permiso de boda y se fue a cazar con sus amigos y la pobre Blanca
Nieves a bordar con su suegra.
La Cenicienta llamó a la costurera para hacer el vestuario
de primavera y las cortinas del salón nuevo.
La Ratita, ya no tan presumida quedó embarazada de su
primera camada, limpiar y guisar, …
Todo el día ocupada en cien cosas que no hemos elegido, que
no forman parte de nuestro deseo, de nuestra ilusión. Un final esperado, porque
la vida de demasiadas personas es una vida esperada, prevista, una vida sin
tonos agresivos, todo es grises en una zona confortable.
Los cuentos ya nos dicen como ser felices, lo que no hacen
es decir como cada cual debe ser feliz a su manera, como los miles de corazones
laten ante diferentes estímulos, como cada niño, niña y persona trans, vibran y
sueñan ante un futuro realizable o no, dependiendo del esfuerzo, del número de
intentos, del ímpetu que se ponga en ello.
Por eso ahora que soy más madura elijo otros cuentos,
cuentos en los que los límites de la vida no se pueden distinguir, en los que
cada cual puede crear y llegar a ser quien quiere. Ahora elijo fábulas,
enseñanzas de maestros, dichos, leyendas, … para mi son regalos que me hace la
vida para seguir abriendo caminos, para crecer sin parar en mi ansia de saber,
de conocer y experimentar.
Ahora leo “La Princesa que creía en cuentos de hadas” y me
permite poner cada cosa en su lugar, al príncipe hay que educarlo desde el
principio y antes de aceptar la relación saber si de verdad es un príncipe, si
desea ser parte de una pareja. Indicios que encuentras en “¿Eres mi media
naranja?, tras saber que “El Caballero de la Armadura Oxidada”, tampoco es una
persona feliz escondiendo sus emociones.
Ahora leo libros de pareja, donde el amor deja de ser una
enfermedad para ser una planta, una planta rara, difícil y delicada que hay que
cuidar, que se ha de proteger y alimentar todos los días. En la que más que la competencia,
reina la cooperación, la compasión, la ternura y sobre todo los recuerdos de
porque nos enamoramos de esa persona, en demasiados casos se nos olvida y
primamos otros valores.
Ahora leo libros de los de toda la vida, porque el saber, la
filosofía y los buenos consejos ya están en los clásicos, después de 30 siglos,
no hemos inventado nada que no se dijera en la plaza de Atenas o en cualquiera
de sus escuelas.
Todos los caminos conducen a Roma, pero cada cual lleva su
propio mapa, cada quien su propio objetivo, un destino trazado donde el libre albedrío
traza nuevos senderos que andar, una huella indeleble que no todos los caminantes
pueden ver, por eso tan sólo anda tu vida y disfruta de la gente que encuentres
en el camino ….
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