En tres recipientes con agua hirviendo, coloca en uno de
ellos una zanahoria; en el segundo, un huevo; en el último agrega dos o tres
cucharadas de café.
Respeta los tiempos de cocción de cada uno de los alimentos,
colocados en el agua hirviendo.
Notarás que la zanahoria, antes de cocinarse era rígida,
dura y muy difícil de romper; después de ser hervida en el agua, se transforma
en un cuerpo blando y muy fácil de aplastar con un tenedor.
El huevo, con su apariencia frágil y con un espíritu fluido,
tras pasar por agua hirviendo, parece no haber sufrido transformaciones; sin
embargo, al romper su cáscara, comprobarás que esa fluidez se ha endurecido, al
igual que su corazón o yema.
El café, en cambio, tiñó el agua hirviendo y hasta le dio
aroma y sabor.
La adversidad actúa con los seres humanos, como lo hizo el
"agua hirviendo" con la zanahoria, el huevo y el café.
¿Cómo te consideras ante las adversidades?... ¿Eres
zanahoria, huevo o café?
¿Tienes una apariencia de dureza y rigidez como una
zanahoria, difícil de romper, que ante una circunstancia adversa de la vida se
ablanda a punto de deshacerse en la depresión?
¿O eres como el huevo?... ¿Tanto que su espíritu se endurece
como su corazón, a tal punto que, cuando llega una oportunidad de amar, ni
siquiera te das cuenta de que tus sentimientos se han bloqueado?
U
¿Quizás como el café?... y eliges convertir tus adversidades
en verdaderos “desafíos” de la vida, en verdaderas “oportunidades” para
aprender y fortalecerse.