Decir que “no”, es uno de los aprendizajes que las personas
suelen iniciar en la edad adulta. ¿Por qué?, quizás porque de niños y niñas,
nos enseñan a ser obedientes, a no llevar la contraria, a ser buenas personas.
Hay que compartir, tienes que darle a tu amiguito, hay que
ser solidario, tienes que… dar lo tuyo, de tu “ego” más tuyo a los demás.
Este aprendizaje se hace de forma inconsciente, es de la
programación oscura y dura de la primera educación, por eso cuesta mucho llegar
a ella y cuestionarla. Cuando de adultos ante la petición de hacer o no un favor,
nos encontramos con la programación inconsciente y nuestro nuevo modo de reaccionar,
osea cuando decimos “si”, pero queremos decir “no”, es cuando podemos observar
el dilema al que nos enfrentamos.
Queremos decir NO, pero no sabemos como hacerlo, nos
sentimos culpables, avergonzados y no encontramos la tecla adecuada para que de
nuestra voluntad salga ese “no” rotundo que en el fondo buscamos.
Hay libros: “Cuando digo “no”, me siento culpable”, “No
sigas “si”, cuando quieres decir “no””, “El arte de decir NO”. Todos ellos
pedirán de tu presencia, en el presente y preguntándole a tu ombligo que es lo
que quieres. Sólo tu puedes hacer esta tarea y dar el paso de decir NO. Es una
tarea que nadie puede hacer por ti.
Este paso se da poco a poco, a veces después de lamentarse
por haber dicho que si, las personas nos sentimos, rabiosas, decepcionadas y
con pesar, nos sentimos cobardes o fáciles de manejar o …., es natural que nos
sintamos así, después de haber traicionado nuestro propio YO, pero es bueno que
nos sintamos así.
Una vez hayamos sentido la necesidad de negar, de decir no,
de no colaborar, de no asistir,… ha llegado la hora de decirlo de forma
asertiva, con lo que yo llamo las muletillas, “va a ser que no” (es mucho más
largo, pero más fácil de decir), “me lo pienso o me lo tengo que pensar” ( eso
me da margen, desanima a la otra persona y puede dar el resultado de “he pensado
que no”) “no lo quiero hacer”, “no lo puedo hacer”, “no me viene bien”,…o
cualquier otra que te sirva para tomar distancia de la respuesta de forma
inmediata y te deje coger fuerza para responder lo que tu quieres.
Es un ejercicio fácil dentro de las habilidades sociales, y
cuanto más se practica mejor sale, a medida que se va diciendo va a ser que no,
se van perdiendo sílabas y llega una pregunta en la que la respuesta es tan
sólo NO. Ese día podremos decir que esta lección esté aprendida.
Aunque no siempre será fácil decir “no sin sentirse culpable”,
mientras estamos aprendiendo, o cuando tenemos que tomar algunas decisiones
importantes. En ese caso las prioridades mandan, pero eso es motivo de otra
discusión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario