jueves, 13 de septiembre de 2018

ESTAR SOLA


El miedo a la soledad es fruto de muchas parejas, que no son capaces de vivir su propia libertad, su angustia vital, su silencio, llenar la vida de contenido, de decisiones a tomar de coger las riendas de tu destino.

Estar acompañada es una buena manera de tener suficiente ruido como para que no sientas que te faltan cosas, que tu vida no está yendo por donde debe, que estás de alguna manera desperdiciando tu tiempo y tu energía.

Es importante aprender a estar sola antes de tener una pareja, saber lo que te gusta, encontrar tu propia paz, lo que te llena, lo que te hace feliz, tomar decisiones sin criterio o demasiado fundamentadas, pero que sean tuyas, que salgan de tus tripas, de tu imperiosa necesidad de vivir una vida plena.


Estar sola es escucharte, y sentir miedo, también eso, porque no vamos a reconocer que en muchas ocasiones la soledad asusta y no es cómoda. Pero estar sola es saber que nada en el mundo puede llenar el espacio que ocupa tu mente, tus pensamientos, tus emociones. Cuando sientes eso y ya no estas sola, porque estás contigo, tan sólo entonces encontrar una persona con la que compartir la soledad sea un reto positivo que te ayude a alcanzar los objetivos que has traído al mundo.

Nada ni nadie puede decidir por ti, pero a decidir también se aprende y sobre todo a decidir hay que entrenar a fondo, hay demasiadas opciones que se toman por mayoría, por aclamación, por democracia, por “la paz un ave María”.

Tomar decisiones exige conocerse, valorar los pros y los contras, conocer el precio de cada opción, porque todas tienen un precio, el de hablar, el de callar, el de dejar pasar, el de intervenir, el de no querer ver… precios que no siempre se pagan al contado y rapidito, hay costes que te los pasa la vida fríos como la venganza.

Si eliges la soledad, bienvenida al club y paga. Si eliges estar en pareja igualmente bienvenida y paga, porque de pagar no te vas a salvar. Tan sólo he querido hacer una reflexión sobre lo que se paga cuando no estás siendo consciente de las facturas que estás amortizando con tu tiempo, tu vida, tu salud, tu dinero, tu familia…con TU VIDA.

sábado, 8 de septiembre de 2018

HABLA CONTIGO




Estaba el otro día en mis quehaceres diarios, cuando sonó el teléfono, era Rosa desde Cantabria, para saber de mi salud y echar una hablada, en principio fue lo de siempre, chachara y cosas superficiales, pero entramos en harina y empezamos a hablar de nosotras, de lo que nos pasa, de lo que sentimos, de lo que hacemos con nuestros sentimientos, de como somos capaces de darles a los demás nuestra energía.

Porque la mayoría de la vida la vivimos por inercia, sin pensar, de una forma automática y en modo autómata. No somos capaces de reflexionar cada segundo de nuestra vida donde estamos, que pensamos y como estamos gestionando nuestras emociones, por otra parte, tampoco podríamos vivir en este nivel de consciencia, pero… de ahí al modo automático hay un montón de niveles en los que deberíamos aterrizar.


Habla contigo. Si has leído los ejercicios del espejo, esos que te aconsejan que hables con la imagen que refleja, a la distancia de que se vea tu alma en las pupilas de tus ojos, volveremos a tener en nuestras manos una herramienta genial para tocar realidad, vivir presente y no dejar que nuestra cotidianeidad sea irresponsable.

Habla contigo y hazlo como si lo hablaras con una amiga, a la que le cuentas tus cosas y ella te escucha con atención, porque estoy segura que los problemas de tu amiga son relativamente sencillos de resolver o por lo menos se te ocurren formas de poder afrontar la enjundia y el meollo de la cuestión. Nos pasa mucho y muy a menudo que los problemas de los demás son relativamente sencillos de afrontar.

Habla contigo y escucha lo que te contestas, porque probablemente al otro lado del espejo puedas encontrar a esa amiga/oreja que te escucha y te puede dar ese consejo que vas buscando. Porque salir de ti, te ayuda a ver de forma más objetiva  y te deja ver matices que se te escapan en la vorágine de la realidad aumentada que es tu vida.


Habla contigo y pregúntate por ti, interésate por lo que te ocurre, por ¿cómo estás?, por ¿cómo estás viviendo la situación?, ¿cómo te afecta?, ¿qué haces con el producto tóxico que queda?, …. Y decide que consejos vas a aplicar en tu presente inmediato.

No siempre podremos estar así de conscientes, pero Hablar Contigo, te ayuda a poner realidad, a pisar tierra, a encontrar un poco de Norte, cuando tu brújula gira descontrolada.